lunes, 28 de enero de 2013

R. Z.

Intento no pensar en tí y en estos años sin tí. No es que te haya olvidado, jamás podría olvidar tu sonrisa. No es que me duela pensar en tí. Cuando pienso en el tiempo pasado a tu lado, en aquellos veranos llenos de risas, en aquél olor a laca, en un horroroso olor a pies inundando la habitación, en un sofa-cama con sábanas de mickey mouse, en los colacaos fríos llenos de chocolate...cuando pienso en que me despertaba y lo primero que veía era a tí haciendo flexiones con esa sonrisa tan bonita en tu cara, pidiendo perdón con la mirada por despertarme tan pronto...cada vez que pienso en todo ello, recuerdo que jamás te dije lo mucho que te quería. Y me odio, me odio por no haber sido valiente y haberme quedado a tu lado aquellos últimos meses, me odio por haber huído por miedo a admitir que no quería perderte, por no haber aprovechado el tiempo que nos quedaba juntos, por no haberte dicho que si a día de hoy soy "heavy" es por tí, porque recuerdo tu cara cuando aparecí en tu casa con una chupa de cuero y el pelo "pintxo a lo tío", recuerdo tu sonrisa mientras me sacabas discos y más discos de musica...Lo admito, te echo de menos y aún lloro cuando me acuerdo de tí, pero no recordaba lo reconfortante que era pensar en tí, tu recuerdo es una agradable brisa de verano que ha regresado para acariciarme el pelo una vez más gracias a mi hermana, que nunca tuvo miedo a pensar en tí, que nunca tuvo miedo para estar ahí aquellos meses en los que yo preferí esconderme a negar la evidencia de que te marchitabas...pero hoy has vuelto, y he recordado la autentica inicial que quería que quedara grabada en mi piel, porque nunca debí tratar de olvidarte para no sufrir, porque tú te mereces ser recordado, llorado, y reído, porque te echo de menos y aún te quiero, aunque nunca lo admití.


(Gracias Gorda, por traer a mi memoria su sonrisa otra vez)

jueves, 10 de enero de 2013

Venecia

Y aquí estamos otra vez, ante la mirada inquisitiva de unas preguntas sin responder, ante la luz de una vela que consume el tiempo entre suspiros y palabras perdidas en el aire, que sólo gritan una negación educada, casi oculta. En esta mesa llena de colillas pintadas con carmín, que lo único que demuestran es este ambiente cargado de nerviosismo cristalizado en un cigarro. A quien queremos engañar, esta ya no es mi ciudad, esta habitación dejó de sonreirme cada mañana la noche que la presa estalló, inundandolo todo a su paso, arrasando cada pedazo de mi y sustituyendo cada poro por una cerveza y un pintxo. Eso es lo mejor que sabes hacer, y esto es lo mejor que yo sé hacer, elevarme al cielo para explotar en mil tonos de gris, cubriendo todo a mi paso, convirtiendo cada casa, cada tejado en un campo de pinturas de madera, esas con las que solía dibujar tu sonrisa del color más brillante que pudiera lograr. Hubo un día en que todo tenía sentido, en el que soñaba con volar y tejer cada mañana con hojas verdes y tardes de verano, pero esa no soy yo, y no eres tú, solo es un fugaz títere que juega a saltar de rincón en rincón produciendo el sonido más estruendoso que tú fueras capaz de imaginar. Suelta por un instante esas ganas de teclear cada emoción y habrás perdido el rumbo, me temo que tu guitarra ya no sigue mi ritmo, que hace tiempo que me encasillé en movimientos de cadera que dejan un insomnio repleto de caminos y palabras por escribir. Pero aquí estamos otra vez, y no parece que nada haya cambiado tus ganas de reir, tus ganas de vivir, tus ganas de aporrear cada cuerda de la guitarra hasta hacerla ruborizar, asi que de acuerdo, nos veremos otra vez aquí, volveremos a pintar la noche con estrellas y ceniceros, volveremos a quemar cada carta, cada letra y lágrima derramada en este baile de máscaras. Seré Venecia una vez más.