lunes, 26 de octubre de 2015

Cuánto tiempo

Cuánto tiempo dedicamos a odiar
nuestro cuerpo,
que no es como el de las revistas
que no es como cuando tenías quince
que ya no le gusta
y que quizá, tal y como tu cabeza te grita,
nunca le gustó

Odiamos nuestra risa,
nuestra efímera valentía
al oír la suya

Odiamos cómo se mueven nuestras piernas
al caminar,
firme,
sin medias que sostengan
nuestras vergüenzas

Odiamos nuestros ojos
que aún brillan cuando piensas
en lo mucho que no le odias

Odiamos al vecino,
que folla como si no hubiera mañana,
mientras tú, acurrucada,
lloras mirando fotos en tu pantalla

Odiamos cómo nunca
nos hicieron sentir deseados
y aún así, deseamos

Odiamos los días de lluvia
que empapan nuestra espalda
haciéndonos sentir vulnerables,
y heladas

Odiamos los días soleados
cuando por dentro nos sentimos grises,
y apagados

Cuánto tiempo dedicamos a odiar

Como si el odio fuese un camuflaje
como si odiando, calmásemos
ese dolor
que nos amenaza
con hacer nido en el corazón

Cuánto tiempo dedicamos a odiar,
y qué poco
a perdonar

nos


lunes, 14 de septiembre de 2015

Pequeñita, pero firme

Mientras quede fuego en mis ganas,
y el mundo me deba una sonrisa
de vuelta
Seguiré cantando con la lluvia
seguiré bailando con la brisa
seguiré riendo con el sol
y soñando con la luna,
Mientras me queden cosquillas bajo las uñas
y miles de pasos bajo mis pies
seguiré quemando los días
seguiré nadando bajo tu piel
seguiré guiándome por las estrellas
y puede que quebrada,
pero seguiré en pie

viernes, 22 de mayo de 2015

A veces

A veces solo siento el dolor, el dolor de tu ausencia, el dolor de tu silencio, el dolor de las promesas incumplidas.
A veces, soy apátrida, lejos de tu piel y tus manos, que un día acunaron mis miedos, y me encuentro mirando al cielo, buscando una explicación a tanto sufrimiento.
A veces, siento los rayos del sol calentar mi cuerpo, pero me siento fría por dentro, como si el hielo del invierno me hubiese calado tan hondo, que para mí, no habrá calor ni en el infierno.
A veces, siento que la vida me dará más oportunidades, para ser feliz, para enamorarme, para cagarla una y mil veces, y volver a sentirme insignificante.
A veces, juro por las diosas, que me obligo a mi misma a caminar hacia delante, pero mi corazón, al que por cierto no le falta razón,  me grita que ya vale.
A veces, no sé cómo decirte esto mi vida, pero a veces, desearía no haberte conocido, desearía que aquel día del padre, aquél que guió mis pasos hacia hoy en día, hubiese sido una despedida.
A veces, aunque a veces es siempre, desearía ser un suspiro fugaz y mimoso, entre tus labios, para no volver la vista atrás y ver las cenizas de un gran fuego, efecto de la estela candente de mis pasos.
A veces, no se lo digas a nadie, sueño que me apuñalo, en el centro del pecho, abriendo mi esternón, dejando que el aire desintoxique mi sangre repleta de llantos lastimeros.
Veo como mi piel se abre y deja al descubierto unos huesos roídos, repletos de algas. También, puedo ver mis pulmones encharcados, supongo que de amor también se puede morir ahogado.
A veces, sueño que la sangre se amontona en mis poros, sudando mil agujas que me perforan y nadan hasta mi garganta.
A veces me aprieto tan fuerte que puedo sentir cómo se clavan en mis cuerdas vocales y escupir la sangre en tu reflejo.

Y sabes, luego me siento mucho mejor.

O peor, depende de cómo lo mires.

lunes, 20 de abril de 2015

Amor pretérito

Durante estos años
ya pasados
fuimos héroes,
fuimos el primer rayo de sol
del ansiado verano,
fuimos Romeo y Julieta
¡Qué coño!
¡Ellos fueron nosotros!
Aunque con menos amor
y más atormentados
Durante estos fugaces años
creí conocer la felicidad
una alegría de karma,
que sabía que no merecía,
y que aún así tenía
Durante estos años
que a mí ya se me antojan lejanos
sentir tu piel calmaba mi sed
y tu sonrisa era el bálsamo
para el día a día,
para el dolor de respirar
y caminar por la vida
Dicen que el tiempo
borrará estos años,
este vacío,
este dolor y cansancio
no se lo digas a nadie,
pero yo, cariño,
no quiero olvidarlo.

jueves, 16 de abril de 2015

¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué?
es así de sencillo
es así de jodido
Hoy, me he levantado
feliz por un segundo
ignorante, y llevadero.
Hoy, al acarciarme el sol
he sentido frío
y no he sido capaz
de sentir otra cosa
¿Y ahora qué?
Dime qué hago conmigo
si ya el mundo no tiene sentido
si gira por girar
alrededor de un gran remolino
y las piedras de mi bolsillo
no me ayudan, a no naufragar
¿Y ahora qué?
Ayer me quitaron un pulmón
sé que podré seguir respirando
sé que podré seguir caminando
cantando
riendo, y soñando
pero mis días se seguirán nublando
¿Y ahora qué, si no quiero seguir respirando?
¿Y ahora qué, si no quiero seguir nadando?
¿Y ahora qué, si sólo me queda seguir caminando?
¿Y ahora qué, si no dejo de sentir tu sombra cogiendo mi mano?
Y ahora...
ahora que todo ha acabado...
ahora ya nada.

miércoles, 1 de abril de 2015

Hijo mío

Hijo mío,
todo esto que ves
antes eran sonrisas
hijo mío,
no pierdas la tuya,
ni borres ninguna.

Todo esto que ves,
todo,
antes eran amapolas
hijo mío,
no pises campo yermo
no atrapes mariposas.

Hijo mío,
allí donde la vista alcanza
las golondrinas cantaban
y yo, bailaba
allí hijo mío,
donde tú naciste
allí, donde hoy te entierro
yacen mis promesas,
yugos de hierro.

Hijo mío,
todo esto que ves,
en su día fueron sueños
hoy ya muertos.
Hijo mío,
te prometo
volver en invierno
cuando el corazón,
duela menos,
cuando las cicatrices
sangren lejos.

martes, 24 de marzo de 2015

Cuando el fuego vence a la lluvia

La tormenta se acerca, casi puedo oler el suelo húmedo y sentir mi pelo empapado, enredándose en mis dedos.
Los rayos comienzan a replicar desde el fondo de esta escena tan familiar, tú mirando desde el cielo, recubierto de miseria y el olor a putrefacción que emana de eso que tú llamas corazón, y yo, buscando la forma de volver a ver el sol y partir el cielo en dos, con mis propias manos, hasta reducirlo a un diminuto capítulo, de un libro lleno de tardes alegres de verano.
La verdad es que hace tiempo que descubrí que la lluvia no estaba en tu futuro, y mucho menos en el mío, por eso no me asustan los truenos, por eso, miro desafiante a la tormenta que pretenda acecharme.
Hace años me robaron el calendario, pero abril me llevó a las puertas del Valhalla, y en mayo, Padre me obsequió con este fuego radiante y sangrante de mi corazón, y el inturbable acero de mis puños.
Sabes tan bien como yo que te has equivocado de valquiria, así que vuelve por donde has venido o arderás en el infierno, junto con tu propio veneno.

martes, 3 de marzo de 2015

Secretos a la luna

Cuando el sol se pone y se oscurece la habitación, las sombras rodean mi cama, llenas de pasión.

Las hojas de los árboles, golpean mis ventanas tratando de entrar; muertas de hambre, en busca de calor.

Y de pronto apareces, luna cómplice de mis noches entre las sábanas, luna oculta entre mis piernas, luna traicionera que proyecta y exprime, en mi cuerpo desnudo, el sudor de un guiño y el deseo a flor de piel, escondido entre caricias -no tan- ingenuas.

Luna querida, amiga mía, amante ardiente de mis dedos, vuelca toda tu luz sobre mi alma, desparrama mis sentidos en un fugaz encuentro, en un breve e intenso beso.

Luna bella, luna maestra de deseos, de historias efímeras de amor, siempre eternas entre las estrellas; susúrrame al oído el calor de sus manos, cóseme a lametazos en la espalda el latigazo de su mirada, tira y enrédame en el pelo la intensidad de sus labios, grábame a fuego en cada curva de mi cuerpo el paso de los besos que he soñado que me ha dado, y deja una estela candente, allí donde me ha tocado.

Dile, luna pálida, que muerda mis rodillas, que siento que flaqueo si veo su sonrisa, que recorra entre risas y el humo de un cigarro, la curva de mi cintura, que clavaré mis uñas, en su larga espalda -larga, como un día sin su tacto-, que si me deja, escribiré a besos sobre su cálido cuerpo, el desenfrenado latir de mi corazón, muerto de deseo.

Luna amada, luna alada, tú y yo que llevamos siendo amigas tantas vidas, me permitirás dejar a un lado tanta metáfora y tanto remilgo, amiga mía; sueño con el día que me tome entre sus brazos, y sentir cómo clava, su ardiente mirada en mi espalda, como una ola que rompe contra las rocas, empapando en agua y espuma salada, el pequeño puerto; sueño con perder las agujas del reloj contra la pared de su habitación, y terminar, con agujetas en el corazón.

Pero al final, luna mía, lo único que me queda esta noche, es sal y sudor, en la punta de mis dedos...

Y así, sin darme cuenta, la noche ya se ha acabado, y yo, te sigo pensando.


lunes, 2 de marzo de 2015

Ilargia



Quién me iba a decir a mí, que la luna que yo veía cada noche, solo era una farsa.

Quién me iba a decir a mí, que el sol y las estrellas, jamás brillaron entre los tejados de las casas.

Quién me iba a decir a mí, que tu aliento, podría ser el motor de mi cuerpo y mis ganas.

Que la luna se oculta en tus besos, esos con los que coloreo mis sueños.

Que las estrellas, huyeron del cielo el día que tú naciste, para enamorarse de tus ojos, y fundirse con ellos.

Quién me iba a decir, a mí que soy una llama que quema todo a su paso, a mí que soy brisa de fuego que abraza y abrasa, quién me iba a decir a mí, que todavía estaba apagada, que solo era una chispa a la espera de un fogonazo.

Quién me iba a decir a mí, que un día amanecería a tu lado, sentiría tus brazos rodeando mi cuerpo, y disiparías mis eternas ganas de salir corriendo.

Que a tu lado, mis alas no sirven para nada, pero si quieres, las usamos y borramos el mundo de un plumazo.

Pinta con ellas el cielo de tu habitación, y préndele fuego a tu corazón, que yo estoy descongelando -después de un duro y largo invierno-  el mío, a golpe de cañón.

Mañana, cuando amanezca con el colchón ensangrentado y el suelo encharcado, sabré que mi corazón por fin se ha alzado contra mi pecho, y ahora, cose sus anhelos y deseos a tu colchón.

No te preocupes, no le guardo ningún rencor, mis labios son incapaces de escupir un reproche que no suene a deseo, que no esconda una súplica por un beso.

Hoy, como cada noche desde que vi el cielo reflejado en tu mirada, y sentí el fuego del infierno en tus labios, desnudaré mi alma frente al firmamento, y besaré cada uno de tus recuerdos, cada uno de tus dedos.

Escúchame bien, porque prometo llenar de besos, y de fuego, cada una de tus noches de insomnio, cada duda, y cada miedo.

lunes, 2 de febrero de 2015

Por 24 razones y ningún motivo

Puedes pararte un día frente a mí y decirme que mandas todo a la mierda; puedes sentarte a mi lado y darle un sorbo a mi cerveza y quedártela, puedes aspirar profundamente el humo que sale de mi boca para luego robarme el porro de entre los dedos, y mirar al cielo como recién salido de una película moja-bragas,  con aire bohemio y atormentado.

Va en serio, puedes venir un día y decirme que estás cansado, que todo esto te supera, que tu día ha sido un absoluto chasco. Puedes mirarme a los ojos y dejarte llevar por las olas y caerte al suelo, sin quererte levantar, sin querer mirar atrás. Puedes gritarme, que se está mucho mejor entre las nubes que entre las horas y que hace tiempo que sueñas con volar y arder sin falta de un mechero.

Por un momento, aunque solo sea este, o aunque sean muchos más, puedes saludarme desde el otro lado de esta curva infinita y decir con un solo gesto que esta vida te la suda, que has estado corriendo todo el día escapando de un segundo. Puedes señalar al monte y perderte en tu mano, buscando la parte clara del cielo nocturno y no hallar en las estrellas, la luz suficiente para iluminar tu día a día.

Puedes sentarte a mi lado, cogerme la mano y llorar sin soltar lágrima, o derramar cada una de las tensiones, cada uno de los dolores, cada uno de los temores y temblores de labio al recordar. Puedes acurrucarte en mi espalda y romperte a mi lado en mil pedazos, mezclando las yemas de tus dedos con lo que un día fueron mis encantos, entrelazando en cada pelo de tu melena mis miedos más ocultos, que yo rodearé entre mis muslos el sudor de tu corazón cansado de latir por los dos.

Puedes retorcer el dolor hasta que se parta, puedes intentar envolverlo en las cuerdas de tu guitarra, para luego  convertirlo en belleza al golpearlas, pero mírame un segundo; atraviesa mis ojos y piérdete entre estas cuatro paredes, repletas de puertas, colores y polvo, aquí hay hueco para guardar más sombras. No te escondas, sé lo duro que resulta mostrarse débil, toda mi vida jugué a ser una muñeca rota olvidando, mi capacidad de derribar paredes y fronteras, esta noche, si tú lo deseas, declararé la guerra a tus tormentos y a tus penas y dejaré que se ahoguen en mis venas, tú sólo tienes que besarme, que ya cogeré yo fuerzas.

Puedes pararte un día frente a mí y decirme que mandas todo a la mierda, o no, puedes callarte o gritar, marcharte o quedarte, que yo seguiré sentada aquí en el bar, esperando a que me devuelvas mi cerveza.

¡Ah! Y no te pinches mi porro.

viernes, 9 de enero de 2015

De princesas y esperanzas

¿Y qué hago yo con todo esto?
¿De verdad merece la pena mirar al cielo y seguir, caminando, poniendo un pie delante del otro esperando con firmeza que las piedras no rasgarán la piel de tus zapatos, tratando de alcanzar tus huesos?
Yo creía que ya habías desaparecido, o al menos creí que cada día tu voz era más débil, frente al fuego inturbable de mis puños. Creí tenerte maniatada y amordazada, cual pelicula cutre de Cristian Grey, en algún rincón oscuro del cosmos, allí donde la luz no alcanza a alumbrarte, allí donde el aire es una soga anudada a tu garganta, recorriendo cada centimetro de tu piel, incrustanto cada fibra que la forma en un baile macabro, que solo busca tu muerte.
Supongo que me creo más fuerte de lo que soy.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y la mía se dedica a hinchar el pecho, orgullosa, para luego romper a llorar cada noche, escondida en el armario, creyendo que no la oiré. ¿Cómo se puede, entonces, perder lo que nunca se pierde? Si tú eres mi sombra y mi legado, si eres el veneno que alimenta mi sangre y enturbia mis sueños, ¿Cómo podría desnudarte y follarte, cada noche, al ritmo de un piano? Por más que tu piel haga tambalear al mundo, no sirve de nada si al salir el sol apedreas el alma de quien despierta a tu lado.
Dime entonces qué hago contigo, si en el fondo tú disfrutas mordiendo mis triunfos y enmarcando en mi pecho cada uno de mis miedos, si en el fondo te deleitas con cada latigazo a mi espalda, con cada azote y cada gota de sangre que nada entre mis gritos y mis lágrimas de cristal, si veo en tus ojos el placer de mi dolor, gimiendo con cada cicatriz que tu paso deja en mi rostro.
Dirás que eres la princesa más querida de mis cuentos, pero yo solo veo una prisión en tu aliento.
Ven aquí y cambiemos de lugar por un momento, si tengo que sufrir, al menos que sea con un látigo y forrada en cuero; permíteme que te encadene a mi cama y surja el fuego, que yo te ahogaré entre mis muslos, y veremos de qué va todo esto.

jueves, 8 de enero de 2015

Tinta y gemidos

Si te enseño
mis manos desnudas,
mis manos huesudas,
de dedos largos
y fríos veranos,
no verás mis dudas,
tan solo el fango
bajo mis uñas.

Si te muestro mi espalda,
cordillera nevada,
curva cerrada
en una noche despejada
no sentirás dulzura,
pero sí el fuego
lamer tu cuerpo,
y besar tu cordura.

Si destapo mi pecho
cuna de mi llama
hogar de mi fuego,
despídete del tiempo,
y de tus dedos,
ahora entrelazados
intentando clavarse
y aferrarse, a mis huesos.

Si mi cintura se proclama
reina y ama
de tu cama,
no habrá más silencio
en tus noches estrelladas,
ni soledad
entre tus labios,
prepárate,
porque el Rock and Roll
teñirá tus orgasmos.