domingo, 28 de diciembre de 2014

Bang

Apúntame, amenázame cuantas veces quieras con esa pistola cargada a la que llamas lengua, la bala quedará en la recámara, aguardando un guiño, un pistoletazo de salida.
Vamos, atrévete, dispara contra los labios que un día gritaron a los cuatro vientos que te amaban, dispara contra las manos que acunaron tus sueños y pesadillas, dispara contra lo que solía ser el paraíso, encarnado en una cintura. Hazlo, no titubees, estos ojos ya no temen, estos ojos ya no lloran, estos ojos, ya no te ven.
Siéntate y observa, el cielo encapotado cubre con su manto mi pecho, y sabe tan bien como yo, que ningún cuchillo es capaz de hundir su filo en mi piel; de cortarme, no es posible separar la carne de mis huesos, ni mis miedos de mis triunfos.
Anudaré entre mis sábanas los intentos fallidos, los disparos no acertados, las palabras no escritas, los besos nunca dados, cubriré mis noches con ellas para no olvidarte, para no olvidar que pesan más las balas que quedan en la pistola que las que se lanzaron a matar.

martes, 16 de diciembre de 2014

Canción de lluvia y fuego

   Tú siempre fuiste mi persona favorita, desde que me abrazaste por primera vez, y sentí que todos mis pedazos volvían a encajar, por un segundo, entre tus brazos. Tú me salvaste de ahogarme en un pozo construído solo para mí, te sentaste a mi lado, entre las sombras y me miraste a los ojos, sin miedo, sin dudas.

Quizás ese fue nuestro primer error, no se puede luchar contra el fuego, no si arde desde dentro, no si besa tu boca y enciende tu alma, da igual la cantidad de veces que llueva, al llegar la noche, yo soy fuego y la lluvia amaina.
Quizás ese fue nuestro segundo error, en mi corazón hay hueco para los dos, pero solo el hierro soporta las lenguas del fuego, envolviendo su cuerpo, y ni siquiera tus alas te ayudarían a escapar.

No me mires así, chico, las reglas no las he dictado yo, solo soy otro cigarro consumido por el aire entre tus dedos, sin marcas de carmín, sin llegar a rozar tus labios, pero con la huella de tus pasos en mi espalda.

Prometo agujerear mi alma, allí donde tus besos me alcanzaron, para no olvidar que hubo un día que todo tuvo sentido, que hubo un tiempo en el que la luna fue mi cómplice, y no mi verdugo.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Autodesesperación Volúmen I

No estás,
eso está claro
No estoy,
aunque esté aquí sentado,
pero siento tu risa
clavada en mi pecho
recordándome que aún sigo viva

No jures,
no hace falta
el amor eterno,
es fugaz en estos tiempos

No sufras,
no miento
en las noches de frío
-a pesar de no ser mío-
busco tu aliento

No temas,
no muerdo
pero hace tiempo
que mi piel se estremece,
al pensar tu cuerpo

No dudes,
-por cierto-
de la capacidad,
y la facilidad,
de enamorarse del viento,
de empapar
de la lluvia,
del sentir
-como el fuego-
a través de la escritura.