Cuánto tiempo dedicamos a odiar
nuestro cuerpo,
que no es como el de las revistas
que no es como cuando tenías quince
que ya no le gusta
y que quizá, tal y como tu cabeza te grita,
nunca le gustó
Odiamos nuestra risa,
nuestra efímera valentía
al oír la suya
Odiamos cómo se mueven nuestras piernas
al caminar,
firme,
sin medias que sostengan
nuestras vergüenzas
Odiamos nuestros ojos
que aún brillan cuando piensas
en lo mucho que no le odias
Odiamos al vecino,
que folla como si no hubiera mañana,
mientras tú, acurrucada,
lloras mirando fotos en tu pantalla
Odiamos cómo nunca
nos hicieron sentir deseados
y aún así, deseamos
Odiamos los días de lluvia
que empapan nuestra espalda
haciéndonos sentir vulnerables,
y heladas
Odiamos los días soleados
cuando por dentro nos sentimos grises,
y apagados
Cuánto tiempo dedicamos a odiar
Como si el odio fuese un camuflaje
como si odiando, calmásemos
ese dolor
que nos amenaza
con hacer nido en el corazón
Cuánto tiempo dedicamos a odiar,
y qué poco
a perdonar
nos