No estás,
eso está claro
No estoy,
aunque esté aquí sentado,
pero siento tu risa
clavada en mi pecho
recordándome que aún sigo viva
No jures,
no hace falta
el amor eterno,
es fugaz en estos tiempos
No sufras,
no miento
en las noches de frío
-a pesar de no ser mío-
busco tu aliento
No temas,
no muerdo
pero hace tiempo
que mi piel se estremece,
al pensar tu cuerpo
No dudes,
-por cierto-
de la capacidad,
y la facilidad,
de enamorarse del viento,
de empapar
de la lluvia,
del sentir
-como el fuego-
a través de la escritura.
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